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Los hijos del Rey Minos, uno de los descendientes de Europa y Zeus, fueron, (según cuenta la mitología), Ariadna, Fedra, Glauco, Catreo y Androgeo. Era precisamente este último el favorito del monarca puesto que era un joven atleta capaz de vencer a cualquier rival que se le opusiera. Así pues, de entre los hijos que tuvo junto a Pasifae, Androgeo era su predilecto.

Pero la desgracia llegó a la corte del Rey Minos cuando, tras unos importantes juegos en honor a la diosa Atenea, diosa de la sabiduría, Andrógeno, que resultó vencedor, cayó muerto bajo la ira del pueblo de Atenas que no pudo soportar su victoria, (otra versión cuenta que murió bajo la fiereza del Toro de Maratón). Cuando Minos se enteró de esta terrible noticia, la furia y el dolor se apoderaron de él y juró vengarse de todo ateniense que hubiera sobre la faz de la Tierra. Y lo primero que ordenó a su ejército fue partir hacia la ciudad y ponerla bajo su control a cualquier precio. Y así fue…

Posteriormente, y en uso de su nuevo poder, estableció una serie de terribles leyes para Atenas, entre las cuales destacaba por su crueldad la de que anualmente, y por un periodo de nueve años, siete jóvenes varones y siete jóvenes doncellas debían ser enviadas hasta Creta para ser introducidas en el laberinto situado en Knossos del que resultaba imposible salir y en el cual eran ofrecidos para morir devorados por un ser que era mitad humano y mitad toro, temible Minotauro, nacido de la unión entre Pasifae y un toro blanco, (esta vez Zeus también tuvo algo que ver, pero ya no era él transformado en bestia como cuando raptó a Europa).


Pero ocurrió que, transcurridos tres años, el joven Teseo, que era hijo del por entonces Rey de Atenas Egeo, sintió que debía de hacer algo al respecto y que tenía que poner fin a tanta crueldad sobre su pueblo. Entonces se ofreció voluntario para entrar en el laberinto, esperando así darle muerte y liberar a cualquier ateniense que se encontrase aún en su interior. Cuenta la leyenda que incluso el propio Minos intentó convencerlo habida cuenta de que pertenecía a la nobleza, pero finalmente tuvo que ceder.

Ariadna, hija de Minos, impresionada por el porte y el valor de Teseo, se propuso ayudarlo. Aprovechando un momento en que se encontraban a salvo de ojos y oídos ajenos, la joven puso en la mano del aguerrido príncipe un ovillo de hilo de oro y un puñal y, pidiéndolo que llevara ambos objetos ocultos bajo sus ropajes, le rogó que los utilizara y que confiara en ella.

Y así lo hizo Teseo. Entró en el laberinto y caminó despacio mientras con cuidado desenrollaba el hilo que le había entregado la bella Ariadna, y que se encontraba sosteniéndolo desde el exterior. Cuando se encontró ante el Minotauro se enfrentó a semejante bestia valerosamente, y, empuñando el arma que llevaba escondida, consiguió darle muerte. Luego no tuvo sino que enrollar de nuevo el hilo y desandar lo que llevaba caminado. Después de liberar a los atenienses que aún quedaban con vida dentro del laberinto, salió de él como vencedor.

Ya sólo le quedaba regresar a Atenas. Y debía hacerlo, ya que había vencido, desplegando las velas blancas de su embarcación, tal y cómo le había pedido Egeo, su padre…

Luis Balbuena, comisario de la exposición 'Relojes de sol' que alberga el ex convento de Santo Domingo, en el municipio tinerfeño de La Laguna, ha pedido que los dos relojes de sol más antiguos del archipiélago canario situados en Santa Cruz de La Palma (La Palma) y Tinajo (Lanzarote) sean declarados por su antigüedad Bien de Interés Cultural (BIC).

En concreto, Balbuena explicó que el Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma sí ha respondido a su escrito de petición de BIC, mientras que el de Tinajo aún no lo ha hecho.

El reloj de sol más antiguo de Canarias es el situado en la iglesia de Nuestra Señora de Las Nieves, en Santa Cruz de La Palma, de autor desconocido y fechado en 1740, de tipo vertical declinante y realizado en madera pintada con un indicador de hierro que marca sólo las horas de la mañana y como detalle especial tiene unas flores de lis pintadas en blanco que marcan las medias horas.

El caso del reloj de sol localizado en el techo de la iglesia de Tinajo, en Lanzarote, es bastante curioso ya que a pesar de estar realizado en madera se mantiene en perfectas condiciones después de más de 150 años de vida, indicó Balbuena, quien añadió que es obra de F.R. Fernández y data de 1851, y según el archivo de Tarquis la 'hechura' de este artilugio se encargó por 90 reales.

La idea de la exposición se materializó gracias al patrocinio del Colegio de Ingenieros de Canarias, mientras que la finalidad de este tipo de relojes era decorativa, explicó Luis Balbuena, siendo el caso más significativo el de San Agustín, en Gran Canaria, que es una magnífica escultura.

El profesor de Matemáticas participó en el diseño y confección del reloj de sol del Instituto de Enseñanza Secundaria Viera y Clavijo, en La Laguna, junto a Dolores de la Cova, Luis Cutillas y un grupo de alumnos en el año 1996.

Este aparato, explicó, de tipo analemático está incrustado en el suelo de la plaza del IES, y en su forma de ocho están grabados los meses del año y también cada quincena, siendo su particularidad la de carecer de gnomon o marcador con el fin de que los alumnos utilicen su brazo para ello.

Además, existen instrucciones para leer la hora solar y hacer su conversión a la hora convencional.

La muestra reproduce el entorno de los relojes de sol más significativos del archipiélago, explica las formas y clases de los distintos aparatos para medir el tiempo, y recoge en distintos paneles la importancia de los relojes de sol en la literatura y pintura, incluso en las banderas de 18 países y en los refranes populares.

Fuera de las islas, la reproducción más significativa es la de Tutmosis III, a escala 1:1, un instrumento diseñado para medir el tiempo por los antiguos faraones egipcios mediante la posición del sol en su recorrido.

En el panel dedicado a la literatura se mencionan los libros de relojes de sol de Alfonso X el Sabio, el libro de Los Reyes II, o el 'Poema a una nariz' de Francisco de Quevedo a su adversario Luis de Góngora, en el que se ensaña con el desproporcionado apéndice nasal del poeta cordobés al decir de él que "era un reloj de sol mal encarado".

Esta exposición se complementa con una pequeña muestra de libros antiguos sobre relojes de sol como es el caso del ejemplar de Pedro Roig, del año 1575.

Además, y como actividad complementaria, Luis Balbuena ha organizado una serie de talleres en los que enseña a los alumnos a realizar un reloj de sol de forma vertical y ecuatorial.

La exposición de carácter itinerante permanecerá abierta hasta el próximo domingo, 9 de marzo, en La Laguna, y luego se trasladará a Santa Cruz de La Palma, Los Realejos (Tenerife), y por último, en octubre irá a Lanzarote.